Este es, sin duda, el gran reto al que nos enfrentamos en los próximos años. Creo que hemos superado el Capitalismo y el Socialismo y entrado en un mundo de Globalismo, donde la política ha cedido ante el poder financiero. En cualquier caso, lo que no parece razonable es que dos sistemas fundados hace casi doscientos años, cuando la mayoría de la población terminaba sus días en el mismo pueblo que les vio nacer, transportando verduras en un burro al mercado, sea el mismo modelo que inspire el diseño de nuestro futuro.
Ahora que ya conocemos las ventajas y los límites de esos modelos deberíamos ser conscientes de que ninguno de los dos es capaz de ofrecer una vía sostenible para un mundo de 7-8 mil millones de personas que buscan tener un estilo de vida basado en los estándares occidentales.
Es por ello que nuevos modelos como la “Economía Colaborativa” están emergiendo con fuerza. Los ciudadanos son capaces de organizarse, reaccionar ante las desventajas de la economía actual y explorar nuevas oportunidades que les permitan resolver problemas antiguos y recientes. Muchos de esos nuevos modelos de negocio están forzando los límites del paradigma actual, como es el caso de Uber, por ejemplo.
Sin embargo, es imposible hablar de modelos sostenibles mientras no consideremos e incluyamos otros valores al margen de los costes y las ventajas económicas de nuestras elecciones.