Este es otro tema apasionante para el que no tenemos todavía una respuesta. Y quien diga lo contrario miente, porque en este campo, todos somos aprendientes: todos tenemos que aprender qué significa la huella digital, cómo afrontarla, cómo aprender.
Se trata de un concepto muy abierto, que plantea cuestiones antropológicas apasionantes; preguntas nuevas, nunca formuladas hasta ahora; precisamente porque este rastro, esta huella, este acceso a la esfera más íntima de las personas, no existía antes de Internet.
Creo que la respuesta no es el derecho al olvido. Esta premisa incluye una respuesta, y lo que estamos buscando en realidad es un espacio nuevo donde reflexionar sobre esta nueva realidad. En el caso de la huella digital, me atrae la idea de asumir la imperfección publica, real, visible, la nuestra. Creo que hacerlo puede ayudarnos a evolucionar y convertirse en un aliado de la sinceridad de vida.
No se trata de olvidar. Olvidar no siempre es bueno, sobre todo cuando lo que uno ha hecho no ha estado bien. En cualquier caso, lo interesante son todas esas preguntas que el mismo debate genera.