Estoy convencida de que el carácter que transmite una ciudad va de la mano de la salud mental de sus habitantes, por lo que resulta fundamental ayudar a que su tránsito cotidiano sea lo más atractivo posible. Por ejemplo, en la actualidad, el diseño de las grandes ciudades y la supremacía del uso del automóvil han relegado al peatón a un segundo plano. El constante y rápido uso de las vías públicas de grandes ciudades ha desembocado en la “deshumanización del espacio público”, lo que sin duda repercute en la idiosincrasia de cualquier habitante.
Creo que todos y cada uno de los espacios de una ciudad deben ser estudiados y planificados como si de una obra de arte se tratara.