Es fundamental. Al final, la tecnología es el principal motor de todo esto. Aun así, la clave reside en el uso que le demos a la tecnología para mejorar el negocio. Te pondré un ejemplo de big data: clásico proyecto en el que un cliente te llama y te dice: tenemos un montón de big data, buscad a ver si encontráis algún insight interesante. Y nosotros preguntamos: Vale, ¿pero que estáis buscando exactamente? No sé, nos dice el cliente, pero, con todo lo que hay ahí, hay algo seguro (risas).
El big data, la tecnología, todos estos avances son muy interesantes, pero no sirven de mucho si no sabes para qué y cómo aplicarlos. Al final, todo es mucho más lógico: ¿Qué acción queremos? Queremos incrementar la fidelización de nuestros clientes, pongamos por caso. Entonces sí, entonces podemos preguntarnos: ¿Qué tipo de acciones deberíamos poner en marcha para fidelizar la interacción con nuestros clientes? A partir de ahí, los resultados de la búsqueda tienen una mayor relevancia.
La cuestión es que, para poner todo eso en marcha, necesitamos profesionales que entiendan muy bien el negocio, que entiendan muy bien la tecnología y que sepan lo que la tecnología puede hacer por su negocio. Puede que ese directivo no sepa exactamente cómo integrar una aplicación, pero sabe que es integrable y por eso tiene la capacidad de pedirte que lo hagas.